Los bomberos luchaban este lunes (16.09.2024) contra las intensas llamas que alcanzaron la víspera una reserva natural en Brasilia, lo que obligó a algunos vecinos a usar baldes de agua para proteger sus hogares en plena ola de incendios en el gigante suramericano.
Ante la gravedad de la situación en el país, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva se reunió con su gabinete para evaluar nuevas medidas para contener el avance del fuego, que alcanza también regiones naturales claves como la Amazonía y el Pantanal, el humedal más grande del mundo.
El mayor incendio del año en la capital brasileña envolvió la ciudad en una nube tóxica, un fenómeno que se ha repetido en semanas recientes en las grandes urbes del país, como Sao Paulo y Río de Janeiro. En algunos barrios la visibilidad era muy reducida, constató la AFP.
Tres focos ígneos se desataron el domingo 15 de septiembre en el Parque Nacional de Brasilia, una reserva de agua y fauna. Con el uso de aviones y helicópteros, casi un centenar de brigadistas trabajan en el combate a las llamas.
Según las autoridades, ese número debe aumentar mientras continúen las condiciones meteorológicas adversas: Brasilia acumula más de 140 días sin lluvias y niveles mínimos de humedad.
«No hay previsión de acabar con ese incendio por el momento», dijo el lunes Carolina Schubart, coordinadora de prevención y combate a incendios forestales de la secretaría de Ambiente del Distrito Federal, que abarca Brasilia.
El incendio en la capital, que ha consumido un área de 1.200 hectáreas, se inició en la urbanización Granja do Torto, a las afueras del parque, que sirve para proteger las cuencas hidrográficas que proveen de agua a la región de Brasilia.
Ante ese escenario, algunos vecinos se organizaron el domingo para defender sus hogares con lo que tenían a mano: simples baldes de agua.
Sequía histórica
«Fue empeorando. Las llamas comenzaron a venir con mucha velocidad y con una altura de más o menos seis metros, y la comunidad empezó a movilizarse», dijo a la AFP la enfermera Simone Costa, de 51 años, mientras recorría con su esposo e hija los daños causados por las llamas cerca de su casa.
«Agarramos baldes con agua y comenzamos a intentar controlar el fuego para que no avanzara todavía más cerca de las residencias. Y gracias a Dios lo conseguimos», añadió.
Aunque las autoridades indicaron no tener reportes de animales afectados, la familia de Costa encontró un armadillo muerto entre los destrozos.
En Brasil, el número de incendios en lo que va de septiembre (57.312) ya superó el total de todo el mes del año pasado (46.498), según las mediciones del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) a partir de datos satelitales.
Aunque se ven favorecidos por una sequía histórica, que los expertos atribuyen al cambio climático, las autoridades afirman que la mayoría de los fuegos son de origen criminal.
En el estado de Río de Janeiro, la Policía investiga a más de 20 sospechosos de provocar los incendios forestales que asolan la región.
Desde el jueves 12 de septiembre, cuando el gobierno regional creó un gabinete de crisis, los bomberos extinguieron más de 1.200 focos, según las autoridades.
La sequía tiene algunas represas en mínimos históricos y el suministro de agua sufre restricciones, que afectan al menos a 2 millones de habitantes de la zona metropolitana de Río.
El gobernador del estado, Claudio Castro, anunció este lunes medidas para hacer frente a la «crisis hídrica», entre ellas la distribución de agua con camiones cisterna y una campaña de concientización para reducir su uso no imprescindible.
mg (afp, correio braziliense)