Entre los valles andinos y la selva amazónica, el pueblo quichua Saraguro mantiene viva una de las identidades culturales más sólidas del sur del Ecuador. Su historia, marcada por la conexión con la tierra y la espiritualidad ancestral, se extiende desde las montañas de Loja hasta los bosques húmedos de Zamora Chinchipe, donde sus comunidades han encontrado un nuevo espacio de vida y producción.
Un territorio que une sierra y selva
El territorio Saraguro se despliega de forma amplia. En la provincia de Loja, sus comunidades se asientan en cantones como Saraguro, con parroquias tradicionales como Tenta, Paraiso de Celén, El Tablón, San Pablo de Tenta y Urdaneta, y en el cantón Loja, en la parroquia San Lucas.
Sin embargo, en las últimas décadas, muchas familias han descendido hacia la Amazonía, estableciendo nuevas comunidades en Zamora Chinchipe, como en el cantón Zamora, en las parroquias Guadalupe, Imbana, Timbara; En Nangaritza en Guayzimi, Zurmi; en Yacuambi 28 de Mayo, La Paz, Tutupali y Yantzaza, Chicaña…
En estos espacios amazónicos, los Saraguros han sabido adaptar sus saberes agrícolas y su organización comunitaria a un entorno diferente, sin perder su identidad ni sus valores ancestrales.
Estructura comunitaria y autoridad ancestral
El pueblo Saraguro se rige bajo una estructura comunitaria tradicional, basada en la solidaridad, reciprocidad y el trabajo colectivo.
La familia es la célula esencial de su tejido social, organizada en Comunas, conformadas por más de diez familias. Cada Comuna cuenta con si propia organización , que actúa como la máxima autoridad local, elegido de manera directa por los comuneros, siguiendo los principios establecidos en la Ley de Comunas.
Además, existen figuras de autoridad simbólica como el marcataita, alumbrador, fundador, prioste o mayordomo, cuyos cargos se obtienen mediante la práctica ritual y representan prestigio espiritual dentro de la comunidad.
Agricultura, ganadería y artesanía: economía que nace de la tierra
Los Quichuas – Saraguros de Zamora conservan una profunda relación con la tierra. Su actividad principal es la agricultura artesanal, en la que emplean técnicas ancestrales como el arado de reja, el uso del yugo, la yunta y el barbecho.
En la sierra cultivan maíz, fréjol, haba, arveja, papa, trigo, cebada, quinua, melloco y zapallo, productos destinados en su mayoría al autoconsumo, mientras que el ajo, la cebolla y cereales se comercializan en los mercados locales.
En las comunidades asentadas en Zamora Chinchipe, la producción se diversifica con café, cacao, caña de azúcar, guineo, yuca, piña, naranja, mandarina y limón, aprovechando las condiciones del clima tropical.
El café y el cacao, productos de alta calidad, son cultivados con técnicas tradicionales y se destinan tanto al consumo familiar como al comercio local y regional.
La ganadería complementa su economía. Crían ganado bovino, porcino y ovino, llegando a producir entre 150 y 200 cabezas semanales para los mercados locales. A nivel familiar, también crían aves, cuyes y borregos, utilizados en su dieta cotidiana y en las festividades comunitarias.
Las artesanías son otro pilar económico y cultural: tejidos, cestería, cerámica y talabartería, elaborados con esmero y creatividad, se comercializan en ferias locales y son símbolo de orgullo identitario.
Vestimenta que refleja identidad y elegancia
La vestimenta Saraguro es una expresión viva de su cultura.
Las mujeres lucen gargantillas de mullos y piedras preciosas, blusas de colores intensos y un reboso negro sujetado con un tupo de plata. Su anaco prensado, con decenas de pliegues diminutos, es símbolo de elegancia y tradición.
El cabello trenzado con cintas de colores completa una imagen que combina belleza y herencia.
Los hombres, por su parte, visten ponchos negros, símbolo de respeto y sobriedad, junto con una faja de lana multicolor. Su pantalón corto, dividido en una parte blanca interna y otra negra externa, se ajusta con un cinturón adornado con botones o remaches de plata, distintivo de su estatus y pertenencia.
Fe, tradiciones y cosmovisión
El pueblo Saraguro ha sabido integrar las creencias católicas heredadas de la colonia con sus rituales ancestrales.
Sus celebraciones incluyen carnavales, semana santa, finados, reyes y navidad, pero también rituales propios como el Inti Raymi, fiesta del sol y la cosecha, y la Jahuay, que honra el ciclo agrícola.
Aún se conservan costumbres ligadas a la siembra, como enterrar un hueso de cuy para proteger los cultivos o tomar en cuenta las fases de la luna para sembrar y cosechar. En tiempos de sequía, los niños suben a las lomas a cantar para pedir la lluvia; cuando las lluvias son excesivas, se encienden brasas o se lanza ceniza al aire para pedir equilibrio.
Estas tradiciones reflejan una cosmovisión en la que la naturaleza, los astros y el ser humano forman parte de un mismo todo.
El Quichua Saraguro amazónico: raíces andinas en tierra húmeda
En Zamora, el pueblo Quichua Saraguro ha sabido conjugar la sabiduría de los Andes con la riqueza natural de la Amazonía. Han aprendido a convivir con nuevas especies, nuevos suelos y un clima distinto, pero su espíritu comunitario sigue siendo el mismo: trabajo conjunto, respeto a la tierra y equilibrio espiritual.
Su presencia en el cantón Zamora no solo contribuye al desarrollo agrícola y cultural de la provincia, sino que representa un puente vivo entre la sierra y la selva, una muestra de que la identidad no se pierde cuando se comparte, sino que se fortalece en el diálogo con la diversidad